¿Todos a la universidad?

Hace mucho que la universidad dejó de ser sólo para las clases pudientes y con más  recursos.
El acceso a la educación superior es un hecho que garantiza el acceso a la educación que se considere mejor para cada uno, facilitándose ayudas como nunca antes (tanto públicas como privadas).
El problema es que muchos alumnos adquieren un compromiso con la enseñanza universitaria que no es compatible con su manera de estudiar, de ser, o con sus aspiraciones personales. Hemos pasado a querer todos estudiar en la universidad..por que sí.
Desde un punto de vista socio-cultural tiene su explicación: aún existen padres que no tuvieron una oportunidad real de elegir libremente sus estudios, y desean para sus hijos "lo mejor".
Sin embargo las cifras delatan que la universidad en nuestro país asume una cantidad de estudiantes mayor a la que el propio mercado demanda, y que en el resto de países europeos la proporción entre estudios universitarios y estudios profesionales es justo la contraria.
Por otro lado - y es lo que como educadores y orientadores más nos preocupa- la elección de esos estudios universitarios a menudo no viene como consecuencia de un análisis personal auténtico.
Merece la pena analizar el tipo de trabajo que nos satisface, el tipo de vida que deseamos llevar, la disponibilidad horaria que estamos dispuestos a asumir,el tipo de investigación y tareas que mejor se adaptan a nuestras habilidades y personalidad...Pocas veces se asume la necesidad de realizar una orientación en ese sentido.
Los estudios no deberían ser un fin en sí mismos, sino el medio para conformar un tipo de vida deseado.
Ocurre, por tanto, que en muchas ocasiones el deseo de acceder a la universidad acaba convirtiendo a algunas personas en rehenes de una titulación para la que no estaban preparados, no iba con ellos o les supera el estilo de estudio y de vida universitario.
Resultado: Aproximadamente un 40% de los alumnos matriculados no logra nunca un título universitario; el 30% abandona en sus dos primeros años, el 70% dedica dos años más para completar sus estudios.
Al hilo de esto nos queda pensar también en la "responsabilidad social"; el derecho a la educación conlleva también una obligación por parte del estado y de las instituciones . En este caso el acceso a la universidad requiere de inversiones de alto grado, y cuando no se adecuan alumnos y tipo de estudio..¿qué ocurre?, ¿quién se hace cargo de ese dinero no aprovechado?....
El llamado "fracaso universitario" deja un agujero social de ...3000 millones de euros.
Cada alumno que abandona o repite curso cuesta al estado 7000€.
Datos que se recogen en el informe "Universidad y Empresa española", de la fundación                           Conocimiento Y Desarrollo.

La noticia en Público: 






El informe de la CYD

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